Esta es mi generación
El objeto de esta misiva es la de reivindicar una generación, los 80, de todos aquellos que
nacimos en los 80 (un par de años arriba, años abajo), la de los que estamos currando de algo que nuestros padres ni podÃan soñar, la de los que vemos que el piso que compraron nuestros padres ahora vale 20 o 30 veces más, la de los que estaremos pagando nuestra vivienda hasta los 50 años.
Nosotros no estuvimos en la Guerra Civil, ni en mayo del 68, ni corrimos delante de los grises, no votamos la Constitución y nuestra memoria histórica comienza con las olimpiadas del 92 .
Por no vivir activamente la Transición se nos dice que no tenemos ideales y sabemos de polÃtica más que nuestros padres y de lo que nunca sabrán nuestros hermanos pequeños y descendientes.
Somos la última generación que hemos aprendido a jugar en la calle a las chapas, la peonza, las canicas, la comba, la goma o el rescate y, a la vez, somos la primera que hemos jugado a videojuegos, hemos ido a parques de atracciones o visto dibujos animados en color. Los Reyes Magos no siempre nos traÃan lo que pedÃamos, pero oÃamos (y seguimos oyendo) que lo hemos tenido todo, a pesar de que los que vinieron después de nosotros sà lo tienen realmente y nadie se lo dice.
Se nos ha etiquetado de generación X y tuvimos que tragarnos «bodrios» como: Reality Bites, Melrose place o Sensación de vivir (te gustaron en su momento, vuélvelas a ver, verás que chasco). Lloramos con la muerte de Chanquete, con la puta madre de Marco que no aparecÃa, con las putadas de la Señorita Rottenmayer.
Somos una generación que hemos visto a Maradona hacer campaña contra la droga, que durante un tiempo tuvimos al baloncesto como el primero de los deportes.
Hemos vestido vaqueros de campana, de pitillo, de pata de elefante y con la costura torcida; nuestro primer chándal era azul marino con franjas blancas en la manga y nuestras primeras zapatillas de marca las tuvimos pasados los 10 años.
Entramos al colegio cuando el 1 de noviembre era el dÃa de Todos los Santos y no Halloween, cuando todavÃa se podÃa repetir curso, los últimos en hacer BUP y COU, los pioneros de la E.S.O. Hemos sido las cobayas en el programa educativo, somos los primeros en incorporarnos a trabajar a través de una ETT y a los que menos les cuesta tirarnos del trabajo…
Siempre nos recuerdan acontecimientos de antes que naciéramos, como si no hubiéramos vivido nada histórico. Nosotros hemos aprendido lo que era el terrorismo contando chistes de Irene Villa, vimos caer el muro de BerlÃn y a Boris Yelsin borracho tocarle el culo a una secretaria; los de nuestra generación fueron a la guerra (Bosnia, etc.) cosa que nuestros padres no hicieron; gritamos OTAN no bases fuera, sin saber muy bien qué significaba y nos enteramos de golpe un 11 de septiembre.
Aprendimos a programar el video antes que nadie, jugamos con el Spectrum, odiamos a Bill Gates, vimos los primeros móviles y creÃmos que Internet serÃa un mundo libre. Somos la generación de Espinete, Don Pimpón y Chema «el panadero farlopero». Los q recordamos a Enrique del Pozo cantando con ganas (abuelito dime tu…). Los mundos de Yupi y las pesetas rubias. Nos emocionamos con Superman, ET o En busca del Arca Perdida. ComÃamos Phosquitos y los Tigretones eran lo mejor, aunque aquello que empezaba (algo llamado Bollycao) no estaba del todo mal.
Somos la generación del «El coche fantástico», «Oliver y Benjû… La generación que se cansó de ver la mamá chichos. La generación a la que le entra la risa floja cada vez que tratan de vendernos que España es favorita para un mundial.
La última generación que veÃa a su padre poner la baca del coche hasta el culo de maletas para ir de vacaciones. La última generación de las litronas y los porros, y qué coño, la última generación cuerda que ha habido.
Este correo está dedicado a las personas que nacieron entre 1980 y 1990. La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir a nuestra infancia!!!! Mirando atrás es difÃcil creer
que estemos vivos en la España de antes: Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bags, hacÃamos viajes de más de 3h sin descanso con cinco personas en el coche y no sufrÃamos el sÃndrome de la clase turista. No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.
Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. SalÃamos de casa por la mañana, jugábamos todo el dÃa, y solo volvÃamos cuando se encendÃan las luces.
No habÃa móviles. Nos rompÃamos los huesos y los dientes y no habÃa ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abrÃamos la cabeza jugando a guerras de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al dÃa siguiente todos contentos.
Ãbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenÃa refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!!
ComÃamos dulces y bebÃamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagio de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente (o los más afortunados con orion).
Y ligábamos con las niñ@s jugando a beso, verdad y atrevimiento o al conejo de la suerte, no en un chat. Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No habÃa nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredÃamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaba un guantazo o un zapatillazo y te callabas.
Tuvimos libertad, fracaso, respeto, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.